La enseñanza del Vedanta Advaita

por Roberto Pla,

Dirección: Javier Alvarado Planas,

  • Editorial: Sanz y Torres, S.L.
  • Edición: 1ª 2023
  • Colección: IGNITUS
  • Número Colección: 115
  • Idiomas: Español, Castellano
  • Plaza de edición: MADRID , España

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  • Papel:

    • ISBN: 978-84-19382-84-9
    • Páginas: 264
    • Dimensiones: 130 cm x 210 cm
    • Encuadernación: Rústica

    Disponible

    pvp.14,00 €

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Información detallada:

Resumen del libro

Roberto Pla Sales (Valencia 16/12/1915 – Madrid 17/2/2004) vivió desde niño en Madrid. Su entorno familiar era culto con, al parecer, una gran biblioteca e interés por la

Teosofía. Estudió en el Conservatorio, del que fue docente. A lo largo de su vida participó de forma destacada en el mundo musical español (Ver su voz en Wikipedia y también en www.robertopla.com)

 

Su inquietud espiritual, la necesidad de entender, le llevaron a profundizar en grandes corrientes espirituales y, en consecuencia, tradujo y/o comentó los libros que seguidamente se citan, así como los artículos incluidos en esta publicación.

 

  • Viveka – Suda – Mani: La joya suprema del discernimiento (Sankara, Sirio).
  • Tao Te King (Lao Tse, Diana).
  • Kârikâ y comentarios a la Mândûkyopanishada (Sirio).
  • Un Yoga para occidente: el arparshayoga (J.M Riviere, Etnos).
  • Tratado de la Unidad (Ibn Arabí, Sirio).
  • Odas Sagradas de Salomón (Nous) En 1990, en su plena madurez, se publicó su gran obra “El hombre templo de Dios vivo, exégesis oculta de la religión de Cristo a partir de comentarios al Evangelio según Tomás”.

 

En 1997 se publicó la Bhagavad Gita, en la que revisó la traducción y escribió abundantes comentarios. Roberto Pla no tuvo escuela ni seguidores formales. Como ha escrito Esperanza Borús, fue uno de esos maestros que apenas se dejan ver. No nació para ser un maestro de multitudes ni para crear doctrina o método alguno de conocimiento, sino que se ciñó con fidelidad y auténtica devoción a la vieja tradición advaita cuya espiritualidad se trasluce en la entrega de su vida y en la pureza y altura de su pensamiento. No obstante, nos ha quedado el precioso e instructivo testimonio de las cartas dirigidas a ella, que él ya contaba con que podrían ser conocidas por otros posibles interesados.

Como explica Roberto Plá, según el VedantaAdvaita:

 

“el no-dualismo absoluto (así denominan inteligentemente los vedantinos advaitas al monismo religioso y filosófico), se funda en tres proposiciones básicas: a) Dios y el Espíritu del hombre (Brahman-Atman), son idénticos; b) No hay más realidad que ese Dios absoluto –Brahman incondicionado–, y cualquier otra interpretación relativa es relativamente irreal, pues no posee más realidad que la relativa ofrecida por una visión irreal, y c) Brahman y Atman, son Uno; la apariencia de muchos sólo se debe a que la mirada que investiga no es bastante profundizadora... Como decía Ramana Maharsi: Ver a Dios separado del que lo ve es solo una imagen mental, pues Dios no existe separado del que lo ve

 

En consecuencia, como no existe un “yo” separado e independiente de Dios:

 

“Lo primero que hay que hay que entender es que no hay un yo, un centro permanente y eterno en el nivel de la mente, en el ámbito psicológico. La mente consiste en una sucesión de pensamientos-sentimientos que se acumulan en la memoria. La suma de estos datos mentales, de estas imágenes, es lo que interpretamos como un yo, como una persona individual. Ocurre que los pensamientos se auto-reconocen como transitorios y, víctimas del horror al vacío, inventan un yo al que imaginan como un centro permanente que produce los pensamientos. Pero el hecho verdadero es que son los pensamientos los que producen la idea de que hay un pensador. Buena prueba de ello es que lo único que la mente conoce de sí misma son los pensamientos; jamás conoce la mente al pensador”.

 

También nos ha quedado la breve, pero interesantísima, correspondencia cruzada con el Prof. Lahiry, de Benarés, en la que de manera muy directa y sencilla le cuenta su desarrollo espiritual y cómo llegó a encontrarse en un estado de unificación. Tanto en dicha correspondencia como en la que mantuvo con Esperanza Borús puede entreverse su itinerario espiritual:

 

“Quiero decirte, y puede servirte para algo saber esto, que hace ahora unos 40 años que entendí todas estas cosas de golpe (tan de golpe, que se lo atribuyo a la gracia de Dios). Me entró entonces una risa enorme. Me reía de mí mismo por haber estado, como un tonto, tan equivocado durante tanto tiempo; y me reía de alegría, una alegría inmensa que me llenaba, por haber salido, al fin, de tan penosa equivocación… Durante muchos años, consistió la esencia de mi meditación en objetivar la mente y sin duda esa objetivación me ayudó a comprender y practicar que no existe un yo psicológico, anclado en la mente. Después comprendí que lo que llamamos mente no es más que una sucesión de pensamientos y esta comprensión significó la destrucción de la mente; pero aún así, el pensamiento o la contemplación silenciosa que a veces se producía, era desde la mente hacia Brahman. Incluso, cuando yo decía: Yo soy Brahman, lo que hacía era repetir un mantra para actualizar la presencia de Brahman abstracto, absoluto, que en verdad sentía como un Eso que estaba cerca, muy cerca, pero que no era Yo. Pero ahora todo ha cambiado de dirección, un cambio radical que ha venido por sí solo, casi de repente, sin luces mágicas, ni estado emocional nuevo y que responde con precisión y en verdad a la locución Yo soy Eso. Cuando estoy en silencio, sumergido en mí paz consciente, o cuando vivo, hablo, escribo, pienso, Yo soy siempre Eso y no porque pienso o creo que Soy Eso, sino porque Eso es el fondo absoluto, eterno y permanente de mí mismo, de lo que Soy. En tal circunstancia, no busco a Brahman, porque soy Brahman, ni trato de hallar la felicidad, porque soy la felicidad. Mejor dicho, Brahman es, en la misma medida en que el mundo es en una sola pieza… Me importa explicarte que este del que hablo no es un estado anormal, exaltado, pues ninguna otra cosa ha cambiado. En realidad, nada veo. No hay luces, ni percepciones de ninguna clase. Tampoco soy más sabio, ni un hombre realizado, etc… Lo único que podría decirte es que siempre estuve en una orilla y ahora estoy en la otra, eterna, perfecta, permanente, para siempre. En cuanto al paisaje de esta nueva orilla, no lo conozco; lo único que me parece es que está hecho de amor, de unidad con todo y de humildad. Solo, cuando miro mi mente, me río de mí mismo por haber estado durante tantos años identificado con ella, creyendo que era yo”.

 

Y aunque ello no es un proceso, porque este orden de realidades se encuentra fuera del “tiempo”, lo cierto es que “parece” un proceso, y que puede ser ilustrado con una bella metáfora:

 

“Tal vez pueda servir de ejemplo un hecho sencillo y cotidiano: el agua puesta a hervir aumenta en su tensión paso a paso, gradualmente, pero la mutación, lo que de verdad separa el "antes" del "después", es algo leve e inmensurable: un "corto y breve vuelo", como el fulgor de la chispa de fuego en el cielo. Mas, lo decisivo es comprender que al final nada habrá cambiado”.

 

Finalmente, también tenemos el poema Sueños de Luz, en el que con don artístico nos trasmite sus tempranos anhelos espirituales, a pesar de haber sido escrito durante los durísimos años de nuestra Guerra Civil.

 

Los tres escritos mencionados forman, junto a los artículos por él publicados, el contenido de este libro recopilatorio que nace por la lúcida iniciativa de Javier Alvarado y por la disposición a compartir la documentación original de quienes la tienen.

Esto da pie para algo de historia. Javier Alvarado y yo nos conocimos hace poco. Supe por un artículo de su conocimiento sobre meditación no dual y le envié, con su permiso, un ejemplar de El hombre templo de Dios Vivo (www.evangeliodetomas-interpretacion.com). Le gustó, y en una reseña que le pedí escribió “la obra de Roberto Pla es una de las más certeras y luminosas interpretaciones de la doctrina original de Jesucristo, por lo que su lectura constituye un verdadero descubrimiento y deleite. En muchos párrafos se percibe claramente que la obra ha sido escrita por quien fue un comprehensor de su naturaleza real”. Cuando en nuestra correspondencia Javier se refiere a Roberto, con frecuencia sustituye su nombre por el de maestro, lo que viniendo de él, es mucho.

 

La otra parte de la historia viene de antiguo. Roberto tuvo una gran amistad con José Manuel Vidal Zapater, fundador de la discográfica Hispavox, de la que fue asesor musical. Como relata su hijo José Manuel Vidal… “fueron amigos desde sus veinte años en Madrid, durante los difíciles años cuarenta en plena posguerra civil española. Llevados de inquietudes espirituales compartidas…, formaron un grupo de amigos. Se llamaba “los hermanos blancos”, quizás como contrapunto a la oscura situación social de la España de entonces”. Mucho después fue su amigo quien le introdujo al Prof. Lahiry con ocasión de una visita de éste a Madrid.

 

A través de José Manuel Vidal (hijo), hoy entrañable amigo, he tenido acceso a la correspondencia con el prof. Lahiry y a la colección de poemas Sueños de Luz en una versión dedicada a su madre, Genoveva, que también debió de formar parte de aquellos “hermanos”. De José Manuel también recibí el manuscrito original de Las Odas de Salomón, hoy ya publicadas.

 

Esperanza Borús fue, en cierto grado, discípula y, desde luego, admiradora y estupenda conocedora de la obra de Roberto. Por ejemplo, con relación al trabajo de éste en el Viveka Suda Mani. La joya suprema del discernimiento escribe, “sus humildes comentarios a pie de página forman un cuerpo de reflexiones tan lúcidas y claras que son un tratado en sí mismas y que merecen igual interés que el propio texto del gran Sankara”.

 

En la gran amistad que ponen de manifiesto las cartas, ellos compartían la necesidad de encontrar el sentido más auténtico del mensaje cristiano. Muchas gracias Esperanza, amiga y maestra, por compartir este tesoro de enseñanzas.

 

Según dicen quienes le conocieron, Roberto era una persona muy discreta y sencilla, de carácter apacible. Dos rasgos ayudan a caracterizarle: He comprobado que personas que tenían trato con él en el ámbito de la música no sabían nada de su pasión por el Espíritu y, en la misma línea, que para nada se ocupara de la difusión de su obra. Cumplía perfectamente el consejo del Gita: Tu deber está en la acción y nunca en sus frutos. No dejes que el fruto de la acción sea tu móvil, ni te apegues a la inacción (Sloka 47, segundo capítulo).

 

Según dice José Manuel Vidal, “Roberto practicaba la contemplación. No se trataba de una meditación estructurada, ni de la práctica sistemática de ninguna técnica. Consistía en la toma de una postura interior de contemplación pasiva de la propia actividad mental, que le conducía a un estado de silencio interior y felicidad”.

 

En efecto, si la meditación se encamina a verse exento de pensamientos ¿cómo lograrlo? Cuando uno se da cuenta de que está pensando, es ese mismo instante, cesa el pensamiento y se accede a la autoobservación. Se trata de una práctica continua que paulatinamente va ablandando el caparazón del “yo”. Roberto Pla lo define como una metanoia que permite soltar la presa: solo cuando cesa el instinto de apropiación de la percepción, se accede a una visión pura (supraindividual, impersonal, transcendente…):

 

“La metanoia, o conversión, es una mirada interior permanente sin un pensador que mira; es una mirada simple, no dual, lo cual significa una atención vigilante de los pensamientos, de cada pensamiento, sin un pensador que los vigile y en consecuencia sin juicio moral alguno. La mirada simple es ver sin más, sin juicios de condena o aprobación, es un mirar en el que la conciencia pura, unitaria, no pone la dualidad del que mira porque sabe que esa dualidad es impura, propia del pensamiento pensador, es decir, construida con la moral de siglos por la conciencia dual que se mira a sí misma como objeto”.

 

Los beneficios de la práctica de la discriminación (viveka, vichara) son inmediatos:

 

“Contemplar sin que exista un contemplador, es de una sorprendente fecundidad. Por lo pronto, deja la mente de estar enfrentada consigo misma. Los dos habitantes de la casa han terminado su disensión. La mente ya no está dividida sino que es una mente unitaria, integrada… En consecuencia inmediata has empezado a percibir el conocimiento grandioso de que la libertad empieza cuando se prescinde del yo. Ser libre es sin ser yo, y esta experiencia deberás repetirla sin cansancio una y otra vez”.

 

Ahora bien, se trata de una visión desde la nada o el vacío. Pero una cosa es el vacío y otra muy distinta, “pensar que se está en el vació”; una cosa en “soltar la presa” y otra “pensar que se está soltando la presa”.

 

“Es el hecho simple de ver que estoy identificado lo que me permite soltar la presa sin necesidad de pensar en ello. Quiero decir que pensar en soltar la presa, en encontrar la plenitud, en poseer la Verdad, en ser virtuoso, etc…. es un acto de pensamiento, una limitación, que me pone cerco; pero ver que estoy identificado, simplemente esto, no es un pensamiento, sino un acto espontáneo de libertad que carece de límites”.

 

En suma, la meditación pura o la contemplación no consiste en “pensar”, pues “el pensamiento que lucha contra el pensamiento es también pensamiento. El pensamiento que quiere estirpar la idea del yo, es un pensamiento que lleva en sí la idea del yo”. La doctrina advaita es inequívoca al respecto, tal y como es explicada en términos categóricos por Roberto Plá:

 

“No hay pensamientos rectos y pensamientos erróneos porque la verdad es que todo pensar es erróneo. Si consigues comprender profundamente que pensar es siempre un acto erróneo, desde ese momento habrás creado un órgano, la Mente indiferenciada, capaz de contemplar el pensar desde el no-pensamiento. Pero si te libras enteramente de todos los procesos mentales habrás dejado a la Mente sin existencia”.

 

Si se comprende y se acepta esto, poco más habría que explicar al buscador espiritual…

 

Roberto estuvo casado con Carmen Pardos Navarro, pianista, que falleció algunos años antes que él en la misma residencia en la que Roberto pasó sus últimos años. Entró progresivamente en un gran silencio hasta apagarse. No tuvieron descendencia de su matrimonio.

 

Parte de sus cenizas fueron llevadas al Ganges, cerca de Benarés, así se cumplía póstumamente con el deseo que alguna vez había manifestado de conocer India.

 

No puedo terminar sin reiterar agradecimientos: A Javier Alvarado como principal impulsor de este bonito proyecto, a Esperanza Borús y a José Manuel Vidal, que han facilitado los preciosos documentos que conservaban, a Carmen Pallarés, por su instructivo Comentario y por ser siempre una compañera de andanzas en el empeño que podríamos denominar “Tras las huellas de Roberto”. También, claro, a las revistas Viveka y Sarasvati, por haber publicado los artículos que ahora reproducimos.

 

Javier Lantero

Abril 2023



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